lunes, 26 de diciembre de 2011

Soneto Navideño


Del cielo hay una estrella que desprende
una luz que resulta cegadora
y deslumbra, altanera y tentadora,
al ojo del que mira y no comprende;
a la razón, que observa, mas no entiende,
la razón del que llega en buena hora,
e instalado en un pesebre, sueña y llora.
- Aroma a buey y mula nos sorprende-
Esperanza es el bálsamo de un alma,
que encuentra en el pequeño que ha nacido
el consuelo para todo su dolor.
Hoy busco que mi sueño quede en calma
adorando a ese niño que ha venido
de la estrella, cabalgando en su fulgor.

sábado, 1 de octubre de 2011

UNA HISTORIA VULGAR....


Aquella mañana me pareció que mi compañero tenía la cara triste. Sus ojos, su boca caída, su frente arrugada, el profundo pliegue de su mejilla, denotaban una tristeza profunda, existencial. Sus pupilas, perdidas en algún punto del horizonte, carecían de ese fulgor, de ese brillo vital que a veces envuelve a la alegría y que nos indica que estamos vivos. Parecían sus ojos pozos secos, resquebrajados, inundados de desierto. Movía su cabeza despacio, hacia un lado y hacia otro; pero yo estaba convencido que no buscaba nada. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban e intentaba escudriñar en su interior en busca de un minúsculo destello que no encontraba. Era como si su alma hubiera salido de su cuerpo, dejandolo solo, ahíto, huérfano de vida. Por otra parte no me parecía enfermo. Debía pesar mas o menos lo mismo, su cuerpo aparentaba la edad que tenía y sus movimientos conservaban la viveza habitual. Pero su cara...,  su cara y sus ojos eran la viva expresión de una tristeza infinita. Se habían convertido en una máscara carnavalesca y bufa. ¿ Que le habría ocurrido ?. ¿A que se debía aquella extraña transformación?. ¿Seria también consecuencia de la tan omnipresente crisis ? . La verdad, me encontré incomodo y confuso en presencia de aquella manifestación de desasosiego y tristeza. Es más, por un instante, me embargó una sensación de culpa y pesar, como si yo tuviera algo que ver con aquel estado de ánimo.  Hasta que un momento después, al volver la mirada, pensé: " Pero bueno, que motivo puede tener este chucho para estar tan triste."

jueves, 21 de abril de 2011

Cristo de la Vera Cruz


Señor clavado y muerto en un madero,
solo en tu viernes santo deseado,
de todo o casi todos olvidado
y sin sentir rencor ni desespero.
Nadie hay en todo el mundo entero
que valga que tú estés crucificado,
sin embargo por todos te has prestado
sin ver ricos, ni pobres, ni dinero.
¡ Ay Señor cuantos viernes como este
tu sufres por nosotros cada día.!
¡ Cuantas veces habrás visto con dolor
que este mundo cruel, malo y agreste,
no ve que hasta tu sangre perdía
en tu cruz y por nosotros su color.!

lunes, 28 de marzo de 2011

Lo que me acompaña...

Me acompañan las sombras de la noche,
cuando la tenue luz del alba
despunta el horizonte imposible del alma.
Allí, sumergido entre penumbras,
solo puedo vislumbrar la agonía
errante de la luz cautiva.
Me acompañan los sueños imposibles
que, como fantasmas trémulos,
se forjaron un día en el corazón.
Ellos, saben del terror
que atenaza al hombre
al verse defraudados.
Me acompañan las imágenes yertas del pasado,
que se asoman furtivas
a las cerradas ventanas del pensamiento.
Quiero apartarlas de mi esencia,
alejarlas de mi mente,
pero no puedo.
Me acompañan ilusiones de felicidad
que, cual embaucadoras musas,
engañan al azar nuestros sentidos.
Cuando quiero atraparlas
en mis cansadas manos,
ya se han ido.
Me acompañan al fin, los fantasmas mudos
de los hombres que un día fui.
Uno por cada jornada de vida,
por cada sueño derramado en el camino.
Cada atardecer somos más
las sombras que miramos un horizonte
que se nos pierde en la noche de los tiempos.
Me acompañan las sombras,
los sueños, las imágenes,
las ilusiones, los fantasmas,
los hombres…
todos los hombres que un día fui,
todos los hombres que no seré...


domingo, 20 de marzo de 2011

"Una Guerra con Papeles"



Lleva el ser humano en guerra desde que un hermano mató a otro con la quijada de una bestia. Y aunque no fuera más que un crimen simbólico, refleja con
exactitud el carácter de una especie depredadora y carroñera como es la nuestra. Lo siento, no es que me guste, pero es evidente que somos lo que somos. Las ha habido y las habrá de todos los tipos, tamaños, formas y colores. Locales, regionales, continentales, mundiales, raciales, segregacionistas, de conquista, de reconquista, de secesión, de tintes religiosos, de carácter económico; y así podríamos seguir ad infinitum. Es decir, en la historia de la humanidad, la guerra es algo consustancial al hombre y no recuerdo en mis más de 50 años de vida ningún periodo de tiempo en que el mundo estuviera libre de alguna de ellas. Y además, como tengo especial predilección por la historia, no creo que halla ninguna época libre de conflictos entre los seres humanos. Dicho lo cual, nada más lejano a mi ánimo que defender semejante aberración de nuestro instinto y nuestro carácter. Es más, no creo que el hombre halla evolucionado lo más mínimo en los últimos 2000 años de su historia, que es más o menos el periodo que mejor conocemos. Seguimos comportándonos como lo que somos, depredadores y carroñeros y matándonos unos a otros a la primera ocasión que se nos presenta. Por eso, me sorprende todavía la poca vergüenza de algunos de nuestros conciudadanos, bien sean políticos, periodistas y opinadores diversos, algunos tildados a si mismos como "intelectuales" ( ¡Ay si Unamuno levantara la cabeza!), cuando comentan y catalogan los últimos conflictos bélicos que sufrimos en los últimos años. ¿Cómo puede ser una guerra legal o ilegal?. ¿Cómo podemos catalogar una guerra de justa o injusta? Todas la guerras sin distinción son por definición injustas. Injustas para las madres que pierden a sus hijos. Para los inocentes que caen en las batallas. Para los que sufren desolación y miseria a cuento de las mismas. Y así podría seguir dando calificativos y adjetivos toda la noche. Pero no, tampoco es esa mi intención. Lo único que me gustaría reivindicar con estas escuetas letras es lo siguiente:
"Por favor, señores progres de salón; intelectuales de nuevo cuño; gentuza de mal vivir y peor pensar; formadores de opinión que hablan de algo como si supieran de verdad de lo que hablan, demagogos, vividores del cuento, estafadores morales, carroñeros supremos de nuestra sociedad; hipócritas deslenguados; politicuchos y lameculos; no me digan que esta guerra es justa, solo porque en esta ocasión cuenta con todos los papeles en regla. No me digan que esta guerra es justa porque cuenta con la aprobación de esa cueva de Ali Baba que es la ONU. No me digan que en esta guerra hay que estar y que en otras no. No intenten justificar sus conciencias con argumentos peregrinos y de pies de barro porque ya no cuelan más. Van a la guerra porque allí hay petróleo e intereses creados por unos y otros. Van a la guerra porque allí hay algo que ganar. En resumen, van a la guerra para repartirse el botín de los ganadores y la miseria de los vencidos. Os recuerdo a los que argumentáis que Gadafi masacra a su pueblo, que Hutus y Tutsis se masacraban a cientos de miles armados con machetes. Claro que allí no había nada para repartir, tan solo miseria. Esa miseria física de la que la civilización occidental huye como la peste; pero también esa miseria moral que cae sobre las conciencias de todos nosotros cuando permitimos justificar semejantes actos a nuestros representantes." Espero que al dormir, no se os presenten los fantasmas de vuestra conciencia, si es que aun os queda algo de ella. Espero que los muertos “legales” que se van a producir os dejen descansar en paz cuando todo esto haya terminado. Y espero por último que no tengan más la caradura de decirme que ahora podemos ir a la guerra porque los papeles están en regla. Habéis descubierto una nueva modalidad, "la guerra con papeles".

domingo, 13 de marzo de 2011

El hacedor de pájaros...

Desde su casa, cerca del acantilado, oía el rumor de las olas. En las noches de bonanza, arrullado en sus murmullos, dejaba volar su imaginación hasta quedar profundamente dormido. Mas en los días de tormenta, cuando el mar desataba su furia, en el fragor de intensas batallas, sentía como se estrellaban contra las rocas e imaginaba gigantes milenarios que bramaban aterradores gritos de guerra y esparcían espuma por sus bocas. Viejo lobo de mar de rostro enjuto, arrugado por el sol y surcado por el arado del tiempo. Ese, que había pasado navegando en cien mares o reparando redes de pesca y que marcó para siempre su vida y retorció su mente de sueños imposibles. Allí, junto a su vieja barca, varada e inservible, soñaba las historias del pasado y las de un futuro incierto que nunca llegaría. Juan, el loco del acantilado, decían en el pueblo. Y decían bien porque él, sin darse cuenta, se había convertido en una sombra de un tiempo mejor.
Cada mañana, subía por el sendero hasta la punta del faro. Caminaba despacio, renqueante, soportando en sus hombros el peso de la vida. Bajo el brazo una cajita de madera y al hombro, un viejo cestillo de mimbre. Suspiraba en cada recodo del camino y conocía cada piedra, cada brizna de hierba que crecía a sus pies. Inspiraba ansioso el aire fresco y parecía saborear el aroma de la sal que le traía. Cuando el sol despuntaba por la linea del horizonte, allá en su lejano círculo del cielo, ya estaba Juan en lo más alto, cara al mar, mirando fijamente el acantilado rocoso que se extendía frente a él. Así, una y otra mañana, en cada amanecer, rutinario, preciso, imperturbable. Contemplaba la inmensidad del océano y se entregaba gustoso al ritual que le impulsaba a vivir. Desde su otero, bañado el rostro por el tibio sol y sintiendo en él la caricia de la brisa marina, abría su cajita de madera. A pocos metros, el vacío, y al fondo, el mar, siempre el mar. Saboreaba cada respiración como si fuera la última, cada suspiro como si fuera el primero. De su caja, extraía un pedazo de arcilla rojiza y una pequeña botella de agua y con hábiles manos de artesano, amasaba y modelaba. Trabajaba despacio, con suavidad, con sumo mimo y esmero. Los ojos fijos en el mar y los pensamientos lejos, muy lejos. Entre sus dedos chorreaba el barro primigenio y poco a poco éste tomaba forma y surgían preciosos pájaros que, como si se desperezaran, extendían sus alas al frescor del viento. Aquellas manos arrugadas, callosas y viejas acariciaban las formas que creaban y parecían jugar con ellas sin atreverse a apretarlas por miedo a hacerles daño. Aquellos dedos nervudos trabajaban con vida propia interpretando la dulce melodía de la creación. Y así, sus pájaros de barro se iban volviendo más y más reales, más y más vivos. Al cabo, cuando parecían terminados, cuando tornaban en perfectas esculturas secándose al sol de mediodía, los asía frente a si, acercándolos a sus cansados ojos y les hablaba despacio, susurrando. Luego, soplaba suavemente sobre ellos y abriendo sus manos, los lanzaba firmemente al aire para que volaran en libertad. El cerraba sus ojos y ellos, caían en picado por el acantilado y se estrellaban contra las rocas. Juan, en esos instantes, solo soñaba. Imaginaba que cobraban vida y que volaban lejos, allende del mar que les contemplaba. Después, recogía sus bártulos y por el camino del faro, regresaba a su desvencijado hogar. Así Juan pasaba su tiempo, esperando ansiosamente su liberación, soñando con vuelos imaginarios en pos de sus criaturas.
Un día, arribados ya los primeros albores de la primavera y tras un duro invierno de galernas y temporales, pleno de días varado en casa junto a su barca, volvió al camino del faro. Aquella mañana se preparó con renovados bríos y disfrutó de cada paso en el sendero como si fuera el último que daba. Inhalaba con ansia la brisa fresca y sus piernas parecían más ágiles que de costumbre. Contempló el sereno paisaje desde cada curva y al llegar arriba, en lo más alto, al borde del acantilado, cerró los ojos y suspiró. Su rostro irradiaba una extraña sensación de felicidad. Parecía estar en paz consigo mismo, como si todo se hubiera cumplido según un arcano designio.
Tomó otra vez barro entre sus manos y dio vida a la más hermosa de las aves que jamás hubiera modelado. Con ella entre sus dedos, notaba el latido de la vida y el ansia que inspira la libertad. Oteó el horizonte y como en un caleidoscopio vio pasar toda su vida. Pensó en ese antes lleno de olas y esperanzas y le embargó al fin la melancolía. Soñó con ser verdaderamente libre, como los pájaros, para volar lejos hasta donde el sol se fundía con el mar. Y una lágrima furtiva, solitaria, rotunda, se deslizó rauda por un surco de su mejilla. Entonces, se iluminó su faz y sopló con fuerza sobre la criatura de barro. Cerró suavemente sus ojos cansados y dejándose llevar, mecido por el viento, dio un paso hacia delante y cayó al acantilado agarrado a aquel ser que, cual ave fénix, voló con él hacia un destino mejor.

sábado, 5 de marzo de 2011

Crónicas desde la plazoleta


Con cara desnortada y ojos de cordero degollado, llegó ese hombre hasta donde me encontraba, al socaire del viento y bendecido por el tibio sol que calentaba mi cuerpo con tremenda racaneria. Claro que, por otra parte, es invierno y estoy en medio de la plazoleta, que como sabéis, es centro y confluencia de varias calles, que embocanan el viento y lo sueltan allí como si tiraran un fardo cuesta abajo. Me vió y se vino flechado hacia mi, como si me conociera de toda la vida, como si compartiéramos mesa y mantel a diario. Y claro, yo que no soy muy dado a hablar con cualquiera, que lamo mis heridas como perro solitario, mi quedé perplejo cuando aquel sujeto, bien vestido y con cara de loco me espetó:
-“Oiga usted, ¿ No le importaría contestarme unas preguntas?”.-
Quedóme un instante anonadado y sin saber que contestar; momento que el sujeto aprovechó para lanzarme la primera de sus misivas:
- “¿ Que le parece que el gobierno nos prohiba fumar en los bares?”. -
-Pues verá, yo no fumo... -
-“Ah... que usted no fuma”.-
- Pues no, no fumo, contesté, no he fumado en mi vida.-
-Ya, dijo. “¿ Y que le parece no poder jubilarse hasta los 67 años?”.-
- Pues, no me lo he planteado, aún me quedan algunos hasta entonces y espero cumplirlos.-
- “Ah... qué no se lo ha planteado...”.-
Pues no, no me lo he planteado, es más creo que no me jubilaré jamás.-
- “¿ Y que opina de no poder circular a más de 110 km por hora?”.-
- Pues no opino, amigo, no opino.-
- “Ah... que no opina”. “¿ Y qué piensa de la bajada de sueldos y de la congelación de las pensiones y del paro?”. -
- Pues no pienso,amigo, ni opino, es mejor no pensar en esas cosas que suben la tensión y a poco que te descuides te da un soponcio.
-“Ah... un soponcio”.-
- Si, un soponcio o un patatús, como usted prefiera. Y por cierto, ¿Usted quien es?
-“¡ Yo?”.-
- Si claro, usted.-
-“Pues uno que se creyó ciertas promesas y creo que me ha dado uno de esos patatús....”-

lunes, 28 de febrero de 2011

Y si el viento se torna del sur...

Y si el viento se torna del sur
se vuelve amigo,
nos susurra al oído
y nos cuenta su secreto.
Llueve,
nos trae el sentimiento
de las gotas que caen
y caen del cielo,
llorando.
Historias de lágrimas
que nadie ve,
que se deslizan suaves
por tiernas mejillas,
llegando a comisuras rosadas.
Labios que besan y sonríen
y susurran a su vez,
al viento,
amigo.
Se ha tornado del norte
al sur,
y llueve,
y la humedad suave
nos calienta el alma,
desnuda,
inmortal,
fría tras el largo invierno.
Y si el viento se torna del sur,
se vuelve amigo
y nos cuenta historias
que nunca antes se contaron,
que nunca jamás se contarán.
Y en el corazón reposan,
llegando a veces,
con la lluvia,
a correr hasta nuestros ojos
y derramarse furtivas
en lágrimas del viento.
Y si el viento se torna del sur,
yo, con él,
amigo,
me deshago en lágrimas
de lluvia...

¡HABEMUS PLAZOLETA!



Habemus Plazoleta!. Fumata blanca para una nueva web alanicense, dedicada a este lugar emblemático de nuestro pueblo. Y la verdad es que parece estar de moda, al menos por su nutrida concurrencia en los últimos días. Y es que el calorcito pre-primaveral y la penúltima prohibición de nuestro “amado” gobierno para fumar en los bares, parece empujar a la plebe para congregarse alrededor de los múltiples establecimientos existentes en dicho lugar. Y claro, entre pitillo y pitillo, cervecita y cervecita, se deslizan las novedades del momento, o las charletas informales de temporada. Unos optan por la cinegética, otros por el fútbol, otros por la política y los más por cotilleos varios y diversos. Que si el disfraz de fulanito, que si la figura de zutanita, que si los carnavales, que si las próximas elecciones, que si el paro, que... Toda una ristra de voces que se entrelazan y elevan hasta saturar de decibelios nuestros oídos. Aunque bien pensado, no está nada mal recuperar, tras el duro trance invernal, el placer de una buena conversación, eso si, intrascendente e informal. Y si encima Paco se estira y da “probadillas” gratis, mejor que mejor...

martes, 25 de enero de 2011

Salesianos de Utrera...


El silencio es solo parte del pasado. También la soledad y la tristeza. Hoy he vuelto a tus viejos muros, colegio, de edificio singular y frío. A tus interminables pasillos de paredes ocres, desnudas. Miro a mi alrededor y está vacío. Yo ya no estoy allí. Estuve, hace tiempo, mucho tiempo, en otra eternidad, en otra vida. Ahora no hay silencio, ni soledad, ni tristeza. Nada, inmensa nada que todo lo envuelve, que juega entre tus paredes frías, que llena el lúgubre y remoto pasado. Traje gris forjado en melancolía. Ya nada es igual; ni patios, ni aulas, ni columnas, ni sombras. Tampoco yo; el otro, el que hace años estuvo aquí, ya no existe. Apenas si puedo recordarlo; simplemente lo olvidé. Forma parte de otra vida, de otra historia, de otro sueño efímero y sutil. De aquellos de entonces veo sus sombras, oigo sus voces; pero no los reconozco. Sus caras no los reflejan, no son ellos. Son otros, al igual que yo. !Oh el tiempo, el tiempo....!

Reflejos...


El reflejo de tus ojos miré,
con mirada ausente.
Fui clavando poco a poco
mi pupila en tu pupila
y quedé absorto, hipnotizado,
fuera del mundo y la vida;
nada había más allá
del fulgor que desprendían.
Y en ese instante pensé,
-fugaz soplo de agonía-
que parece que más brillan
y más que brillar parecen
estrellas que al cielo miran...

Retazos...


He soñado con el viento en la mañana,
ESE,
que acaricia el rostro
con mano firme y suave,
que aviva los sentidos
y llama a las puertas del alma.
He soñado también con la brisa fresca de la tarde,
ESA,
que al llegar la primavera
se levanta, inquieta,
refrescante y sutil,
acariciando las flores
y esparciendo la vida a borbotones.
He soñado con ellos
admirando imposibles paisajes
repetidos a fuerza de belleza y corazón,
ESOS,
que perdemos para siempre con el alba,
al despertar...

Soneto de melancolía...


Ya no soy del viento aquel amigo
que se dejó llevar, abandonado
a su vaivén. Soy sueño desbocado
de ansias que aprecian el abrigo
del saber. Soy rehén de lo que digo,
palabra y sentimiento meditado,
fruto de un corazón martirizado
por años expiando su castigo.
!Ay juventud, marchita en la memoria!
oculta entre recuerdos ya lejanos
de un tiempo, que pasó por nuestra historia,
escurriéndose veloz por nuestras manos.
Giró la vida en brazos de una noria
que nos lleva hasta el cielo que buscamos.

martes, 11 de enero de 2011

Una mañana cualquiera...


Asomose a la calle, envuelta en la neblina gris del invierno.

Desierta y silenciosa, la contempló.

Las casas, vacías, habitadas por fantasmas del pasado,

se dibujaron en su retina y el frío y el silencio,

calaron sus huesos cansados.

Soñó con moradas que esperan, cual castillos de naipes,

al viento redentor que las derribe.

Las imaginó cual viejos decrépitos

que aguardan su turno para morar el camposanto.

Mañana cualquiera de enero,

de cualquier invierno,

de cualquiera de sus vidas…

Sintió el soplo del aire clamando en el desierto,

cantando melodías que nadie podía oir.

La vida, rauda, veloz, caminaba a ninguna parte,

buscando donde anidar, donde asentarse.

Solo viejos que como espectros sueñan

y arrastran sus cadenas de años,

de eslabones rotos de cansancio.

Y vio, vio un pueblo muerto, inane, vacío, exangüe…

Asomose a la calle una mañana cualquiera,

de cualquier mes,

de cualquiera de sus vidas…