martes, 25 de enero de 2011

Salesianos de Utrera...


El silencio es solo parte del pasado. También la soledad y la tristeza. Hoy he vuelto a tus viejos muros, colegio, de edificio singular y frío. A tus interminables pasillos de paredes ocres, desnudas. Miro a mi alrededor y está vacío. Yo ya no estoy allí. Estuve, hace tiempo, mucho tiempo, en otra eternidad, en otra vida. Ahora no hay silencio, ni soledad, ni tristeza. Nada, inmensa nada que todo lo envuelve, que juega entre tus paredes frías, que llena el lúgubre y remoto pasado. Traje gris forjado en melancolía. Ya nada es igual; ni patios, ni aulas, ni columnas, ni sombras. Tampoco yo; el otro, el que hace años estuvo aquí, ya no existe. Apenas si puedo recordarlo; simplemente lo olvidé. Forma parte de otra vida, de otra historia, de otro sueño efímero y sutil. De aquellos de entonces veo sus sombras, oigo sus voces; pero no los reconozco. Sus caras no los reflejan, no son ellos. Son otros, al igual que yo. !Oh el tiempo, el tiempo....!

Reflejos...


El reflejo de tus ojos miré,
con mirada ausente.
Fui clavando poco a poco
mi pupila en tu pupila
y quedé absorto, hipnotizado,
fuera del mundo y la vida;
nada había más allá
del fulgor que desprendían.
Y en ese instante pensé,
-fugaz soplo de agonía-
que parece que más brillan
y más que brillar parecen
estrellas que al cielo miran...

Retazos...


He soñado con el viento en la mañana,
ESE,
que acaricia el rostro
con mano firme y suave,
que aviva los sentidos
y llama a las puertas del alma.
He soñado también con la brisa fresca de la tarde,
ESA,
que al llegar la primavera
se levanta, inquieta,
refrescante y sutil,
acariciando las flores
y esparciendo la vida a borbotones.
He soñado con ellos
admirando imposibles paisajes
repetidos a fuerza de belleza y corazón,
ESOS,
que perdemos para siempre con el alba,
al despertar...

Soneto de melancolía...


Ya no soy del viento aquel amigo
que se dejó llevar, abandonado
a su vaivén. Soy sueño desbocado
de ansias que aprecian el abrigo
del saber. Soy rehén de lo que digo,
palabra y sentimiento meditado,
fruto de un corazón martirizado
por años expiando su castigo.
!Ay juventud, marchita en la memoria!
oculta entre recuerdos ya lejanos
de un tiempo, que pasó por nuestra historia,
escurriéndose veloz por nuestras manos.
Giró la vida en brazos de una noria
que nos lleva hasta el cielo que buscamos.

martes, 11 de enero de 2011

Una mañana cualquiera...


Asomose a la calle, envuelta en la neblina gris del invierno.

Desierta y silenciosa, la contempló.

Las casas, vacías, habitadas por fantasmas del pasado,

se dibujaron en su retina y el frío y el silencio,

calaron sus huesos cansados.

Soñó con moradas que esperan, cual castillos de naipes,

al viento redentor que las derribe.

Las imaginó cual viejos decrépitos

que aguardan su turno para morar el camposanto.

Mañana cualquiera de enero,

de cualquier invierno,

de cualquiera de sus vidas…

Sintió el soplo del aire clamando en el desierto,

cantando melodías que nadie podía oir.

La vida, rauda, veloz, caminaba a ninguna parte,

buscando donde anidar, donde asentarse.

Solo viejos que como espectros sueñan

y arrastran sus cadenas de años,

de eslabones rotos de cansancio.

Y vio, vio un pueblo muerto, inane, vacío, exangüe…

Asomose a la calle una mañana cualquiera,

de cualquier mes,

de cualquiera de sus vidas…