miércoles, 6 de marzo de 2013

Lluvia del ayer




Llueve en el ayer de la memoria.
Golpean las gotas un pretil
lejano y ausente.
El largo pasillo, frío y desangelado,
condensa la brisa del olvido.
Tarde gris, lenta e infinita,
suspendida de unas horas que no pasan.
Un libro y yo
y un cuaderno garabateado y sucio.
Unos dedos que juegan
solos con el lápiz
y un sueño de volar
que crece y crece…
Pero el alma está anclada
a ese reloj que no marca las horas,
a esa tierra hecha solo de raíces.
Llueve en mi memoria
y la tarde se hace larga,
como entonces,
cuando sentado en mi pupitre,
transido de melancolía,
jugaba a ser un sueño
donde no existía el despertar.

Luis Narbona Niza.  Marzo 2013