viernes, 12 de noviembre de 2010

Lejos...

Cemento y más cemento
ante mis ojos;
colmenas que esclavizan
mis sentidos
y me impiden divisar
el cielo azul
y me matan con el aire
que respiro.
¡ Cuanto añoro mi campo,
tan querido;
mis montañas y mis casas,
siempre blancas !
¡ Cuanto añoro mi vida
y mis andanzas
en el pueblo de mi infancia,
tan querido...!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Los Colores del Otoño


Se alzan ante mi como fantasmas desnudos. A su alrededor, describiendo piruetas lánguidas, las hojas caen, inquietantes, incesantes. El aire las mece cual remolinos lúcidos; ora hacia derecha, ora hacia izquierda. Domina el ocre; pero salpicando el lienzo, algún verde inveterado, sempiterno, emerge glorioso y desafiante, ingrávido. Verde perenne cual la esperanza humana. Arboles de otoño. Cuando el tiempo se empeña en recordarnos el símil de la vida. Cuando las horas tristes de la melancolía nos toman al asalto y nos empujan a nuestro particular infierno. Sinfonía de colores en un horizonte imposible. Domina el ocre, sí, pero también azules, violetas, marrones, rojos, verdes... Amplio espectro de luz redentora. Afortunado aquel que ve mas allá de ellos. Aquel que guarda su mirada tras los velos transparentes del alma.
Es otoño. Caen caducas las hojas del desengaño. Mantienen los pinos la esperanza en verde y la melancolía, ¡ ay la melancolía !, nos invade a raudales las estancias del corazón...

martes, 2 de noviembre de 2010

Carta al amigo Federico:


Hoy, al mirar el crepúsculo con los limpios ojos del alma, encaramado en ese rincón que ahora tú conoces, tan cerca de nuestro Castillo, tan cerca del cielo; y mientras contemplaba fundirse los ocres y azules en una sinfonía perfecta de colores, oí unas voces que preguntaban por ti, amigo. Sabes, eran como unos susurros lejanos, como murmullos de aire fresco que por encanto llegaban a mis tímpanos. Eran "tus montañas coloradas de Cazalla", esas que acompañaron tus fantasías infantiles, quienes pronunciaban tu nombre, quienes inquirían tu presencia. Esa que convertiste en ausencia con los años, con la vida. Quienes querían saber de ti y yo, perdona la licencia, me atreví a decirles que volverías. Que en tus pequeños ojos aún ardía la llama infantil que los alumbró. Que tu corazón, joven, las recordaba como antaño y que en tu retina, brillaba todavía su fuego vespertino al acoger, gozosas, el ocaso. Que volverías para pintarlas otra vez en tu inmaculado lienzo acogedor, maquilladas, coquetas, seductoras, femeninas... Para plasmar sus latidos lentos, monótonos, de corazón acompasado de sentimiento humano. Intemporales, eternas....
Si, así les contesté en tu nombre y puedo asegurarte que, con mis limpios ojos del alma, pude ver que asentían y que en sus imaginarios labios se dibujaba una tenue sonrisa. Ahora, mas que nunca, debes saber que estás en deuda con ellas...

PD: Si alguien alguna vez te ha pedido así un cuadro me gustaría me lo comunicaras...

Luis Narbona Niza 2010