viernes, 14 de diciembre de 2012

Retrato



El pincel dibujando la mirada
de ese rostro perdido en lejanía,
que intenta descifrar esa agonía
oculta en el fondo de la nada.

Plasma el trazo ese alma esperanzada
que quiere conocer la luz del día,
desterrar de las sombras la porfía
entre el sueño que empieza y el que acaba.

¡Oh pintor que en el ojo ves la vida,
oculta a la celada de la muerte,
desnuda más allá del sentimiento!

La quimera del lienzo está dormida,
esperando la luz que pueda verte
perdurar más allá del pensamiento…

sábado, 1 de diciembre de 2012

PINTOR


 Enfrente, el blanco lienzo inmaculado,
la paleta repleta de colores
y el pincel espantando los temores
del pintor, que lo mira ensimismado.

De la tarde, ese cielo arrebolado,
metáfora de sueños y de amores
y a lo lejos se oyen los rumores
de un piano que suena enamorado.

Un clavel en su tiesto posa ufano
ofreciendo a los ojos su belleza,
para que el trazo de la sabia mano

dibuje lentamente la nobleza
de la luz y la sombra, sueño vano,
que destierre del alma la tristeza…

martes, 24 de julio de 2012

Una de melones...



En medio de uno de los días más calurosos del verano llaman insistentemente a la puerta. El timbre repica y repica como si se tratara de algo muy urgente y perentorio. Estoy solo y enfrascado en un odioso papeleo para intentar llevar las cuentas al día. Es mediodía. Mi vestimenta se reduce a unas zapatillas de deporte, unas calzonas y un polo algo añejo, pero muy fresquito para estas fechas. Lógicamente, ante tanta insistencia, me levanto sobresaltado y acudo lo más raudo posible hasta la puerta. Hay poco tiempo para pensar, pero con tantas prisas uno se imagina algún tipo de urgencia y se pone siempre en lo peor. Al fin y al cabo hay una placa en mi portal, que dice que uno tiene a bien ser Doctor en Medicina y Cirugía, además de cierta especialización en cosas de dientes. Y claro la deformación profesional me lleva a salir pitando cuando se produce algún sonido estridente. El caso es que al abrir la puerta me encuentro frente a frente a un hombre de unos 30 años, con barba bastante bien cuidada y aspecto deportivo, que me espeta de sopetón: "Niño llevo melones de la mancha muy buenos…" Al principio, ante tamaña parrafada y teniendo en cuenta mi predisposición mental, me quedo un poco sorprendido y perplejo. Pero al cabo de breves instantes mis neuronas vuelven a funcionar y mirándole de arriba abajo le contesto: "Yo no soy su niño caballero". Y le doy con la puerta en las narices. Ya una vez dentro me asaltan mil pensamientos distintos; pero bueno, eso es harina de otro costal. Si bien hay algo que me hace creer que hay que volver a empezar a construir la casas por los cimientos. Cuando se pierden las más elementales reglas de educación, algo no marcha bien. De aquellos polvos vienen estos lodos que vivimos...

domingo, 8 de julio de 2012

RUMOR...

Y mientras oigo el rumor
de la fuente que golpea
con las gotas de su agua
el brocal de aquellas piedras,
voy sintiendo ese calor
en mi alma que desea
ese sonido que mengua
el volumen de su pena.
Resta atrás ese dolor
que mi corazón saquea
y mis sentimientos fragua
con el fuego de su hoguera;
y aminora ese temor
que como sueño pasea
imaginarias enaguas
que al viento revolotean.
Solos la fuente y yo,
solos el agua y la piedra,
solo el tic-tac del reloj
que va descontando penas,
que va curando esa herida
que tiene la vida abierta 
de par en par en mi alma,
de par en par en mi puerta.
Suena la fuente, yo escucho,
rumores de primavera
que en un tiempo, ya lejano,
amamantaron mi espera
e hicieron brotar mis sueños
de ilusiones y quimeras.
Suena la fuente, yo escucho,
canciones de vida nueva
que embelesan mis sentidos
al percutir en la piedra
y cual bálsamo en mi alma,
mis sentimientos despiertan.
Suena la fuente, yo escucho,
y las historias que cuenta
me arrullan con su murmullo
y van calmando mi pena.
Y mientras oigo el rumor
de ese agua que golpea
con su cadencia infinita
el brocal hecho de piedra,
siento que dentro de mi
la vida sueña que sueña...

lunes, 27 de febrero de 2012

Historia de un sueño...



20:00
Aquel brillo en sus ojos y su respiración ansiosa le daban un aspecto maníaco a su faz extremadamente pálida. Aquella tarde se movía por su laboratorio mostrando una hiperactividad, que contrastaba con su habitual estilo pausado y condescendiente. Sus manos iban de un papel a otro como si tuvieran vida propia, como si aletearan entre datos y cifras queriendo asumir de un vistazo todo un conjunto que, en condiciones normales, resultaba indescifrable. Por unos instantes todo parecía encajar perfectamente, como un puzzle gigantesco que se fuera formando ante sus ojos y que revelara ante él toda la extensión de una belleza enigmática y altiva. Si, aquella era la fórmula que había buscado durante los últimos treinta años de su vida, que había ocupado el desarrollo de toda su trayectoria profesional desde aquella lejana graduación en física teórica en el MIT. Tantos años de dedicación y trabajo se veían ahora recompensados, brillando de forma áurea ante sus ojos, tocados por una especie de varita mágica que hacía bailar en su cerebro las cifras que desfilaban ante él, como si fueran una procesión de gentiles bailarinas. No sabía si reír o llorar. Si saltar de júbilo o mirar de reojo por si alguien le veía y quisiera robarle su secreto. Aquel descubrimiento iba a significar un cambio brutal en su vida y un salto espectacular en la historia de la humanidad. Llegaría por fin el reconocimiento y la gloria, el poder y el dinero, la admiración y la fama. Mirarían su imagen como si de un dios se tratara y generaciones y generaciones le recordarían en la posteridad. Por fin, sus trabajos sobre la fuerza gravitatoria encajaban en aquel gigantesco puzzle que había ocupado su vida. Ahora sería fácil revolucionar todo el transporte en el orbe. Su campo antigravitatorio permitiría construir naves y vehículos que no necesitarían  combustible alguno y que viajarían a velocidades de vértigo por toda la tierra. Sería una nueva revolución comparable al descubrimiento del fuego o de la rueda, incluso superior a estos. Las posibilidades de su descubrimiento serían infinitas…
21:30
Tras aquel subidón de adrenalina se recostó en su sillón, cansado, relajado, inane. Intentó respirar pausadamente, con profundidad, sintiendo al aire llenar el fuelle de sus pulmones. Fijó su mirada en aquella enorme pizarra llena de cifras y fórmulas. Disfrutó en silencio, en secreto. Con una sensación de plenitud y poder que por un instante le colmó de felicidad. A través de aquel galimatías de símbolos era capaz de ver la belleza de todo un universo; la plenitud de un sueño. No encontraba palabras para expresar su felicidad.¡ Había tanto que hacer.! De momento, no revelaría a nadie la clave de su descubrimiento. Guardaría para si, en su memoria, lo que significaba la piedra filosofal de todo aquel entramado teórico que habría luego de materializar en sus aspectos técnicos. Pero ahora sabía como hacerlo. Podía conseguirlo, si. Construirían las máquinas necesarias basadas en aquella fórmula que había tardado treinta años en descubrir. 
22:00
Unos golpes sonaron en su puerta, seguidos por la voz del conserje de noche: 
-“Dr. Méndez, ¿Está usted todavía ahí?.-
-“Si, Raúl, no se preocupe, estaré toda la noche trabajando”.-
Oyó los pasos alejarse por el largo pasillo y se levantó nervioso. Borró con fruición la pizarra. Ordenó los papeles y organizó un poco su mesa. Miró hacia un lado y a otro como si buscara cabos perdidos que pudieran quedar sueltos al albur de algún descuido. Pero no, él era metódico y estricto. En el laboratorio de la universidad estaban acostumbrado a ver su luz encendida muchas noches enteras y aquella sería una más; solo una más.
22:30
Volvió a sentarse. Se cercioró de que todo estaba en orden. Se quitó despacio sus gafas y frotó sus ojos cansados. Volvió a recordar sus años pasados, sus largas jornadas fútiles entre libros y pizarras llenas de garabatos desgarbados y muertos. Ahora todo había terminado. Aquellos símbolos habían cobrado vida y ahora tenían significado por si mismos. Ya no le necesitaban. Por la mañana todo tendría un color diferente. Recostó su cabeza y se quedó profundamente dormido. Soñó con un mundo mejor, con máquinas que transportaban personas y mercancías sin contaminar. Con un aire limpio y fresco. Con la gloria….
8:00
-“Toc, Toc…-“ -¿Está usted ahí doctor?
Pero nadie respondía.
-“¿Está usted bien doctor?
Y Raúl abrió la puerta y vio al Dr. Méndez recostado sobre su mesa recién ordenada. Todo estaba en su lugar correcto. La pizarra limpia e inmaculada. Pero su rostro estaba lívido y sus ojos muy abiertos, mirando un infinito que no podría conocer. 
Estaba muerto.