DESPEDIDA
Llorabas,
lo vi en tus ojos.
Era una mañana sucia y gris
—la luz del cielo estaba apagada—
y tu mirada gritaba en silencio.
Me hablaste de los años vividos,
de los sueños, de la felicidad,
del olvido,
del imposible retorno…
Yo, ante el espejo,
me anudaba la corbata
y oía murmullos lejanos.
—Sólo se reflejó una sombra—
Miré el reloj,
el segundero no paraba de correr.
“Es muy tarde”, susurré
y volví la espalda.
Tú estabas allí,
de pie, como un espectro,
suspirando, aguardando…
Se te escapó un adiós.
Llorabas,
lo vi en tus ojos
y no hice nada;
solo salí, sin hacer ruido,
sin mirar atrás,
despreciando mi vida y la tuya,
huyendo del silencio
que aulló en mi interior,
del vacío que llenó mi vida.
Era una mañana sucia y gris,
lo vi en tus ojos,
llorabas…
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